El derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende ocurrió en un contexto de creciente polarización política, tensiones sociales y económicas, así como una intensa actividad de los servicios de inteligencia y militares en Chile y en otros países.
Entre los principales factores que contribuyeron al derrocamiento de Allende se encuentran los siguientes:
La crisis económica: Durante el gobierno de Allende, la economía chilena se vio afectada por una serie de medidas económicas radicales que incluyeron la nacionalización de empresas y la redistribución de tierras. Esto provocó una caída en la inversión extranjera y un aumento en la inflación y el desempleo, lo que llevó a una crisis económica en el país.
La oposición política: Allende enfrentó una fuerte oposición política por parte de la derecha y los sectores empresariales, que se opusieron a sus políticas socialistas y nacionalistas. La oposición llevó a cabo una serie de huelgas y protestas que contribuyeron a la inestabilidad política del país.
La polarización social: Durante el gobierno de Allende, la sociedad chilena se polarizó aún más, con una creciente tensión entre los partidarios del gobierno y los opositores. Esto llevó a una escalada de la violencia política, con enfrentamientos entre grupos armados de izquierda y derecha.
El apoyo externo: Allende recibió el apoyo de la Unión Soviética y otros países socialistas, lo que generó preocupación en los Estados Unidos y otros países occidentales. Se cree que la CIA y otros servicios de inteligencia occidentales llevaron a cabo actividades encubiertas en Chile para desestabilizar el gobierno de Allende.
En septiembre de 1973, las fuerzas armadas chilenas llevaron a cabo un golpe de estado liderado por el general Augusto Pinochet, que puso fin al gobierno de Allende. Allende murió durante el golpe de estado, y Pinochet asumió el poder en Chile. El golpe de estado fue seguido por una brutal dictadura militar que duró hasta 1990.